ANECDOTAS

lunes, 6 de septiembre de 2010

SEGUNDA PARTE

Mi abuela, que tenía las llaves de esa casa, abrió la puerta y entramos a recorrerla. Cuando vimos toda la casa, a mi mamá, (creo) le encantó. Recuerdo que entré al baño a orinar. En esa época tenia yo 6 años. Una vez vista la casa, salimos a la calle. Mi abuela nos convidó a ver la playa. (Daba la impresión de que mi abuela ya conocía aquel lugar). Fuimos y atravesamos un callejón hasta llegar a la playa. Al ver aquel “paraíso”, me quedé impresionado de lo hermoso de aquel lugar tan grato: las piedrecillas de diferentes colores que cubría de largo a largo la orilla de la playa, que daba la sensación de serenidad, de frescura,… un aire salino que llenaba mis pulmones, el sonido de las olas… Parecía un cuadro pintado por el capricho de la naturaleza inspirada en el amor propio.



















En la parrillera se ven Freddy Piñero y su novia Jenny. Parada se halla Anita, hermana de Jenny.

(Foto tomada desde la casa del Sr. Terán).




Fue una motivación a mi vida. Era la puerta de lo que iba a significar la estadía en ese poblado por 4 “largos” años..... Hubo unas palabras que la brisa enmudeció. Mi abuela y mi madre se refrescaron sus rostros con sus manos.
Yo hice lo mismo. No escuché palabra, bastaban los ojos para enamorarse de aquel lugar tan esplendido.

Esa casa era de un señor, amigo de mi abuela. Cuando mi hermano Alberto se le pasaba enfermo, debido al asma, un médico le recomendó a mis padres que era necesario que nos maduramos a un lugar cálido, solo de esa manera mi hermanos se podía curar, como realmente sucedió. El hijo de ese señor se llamaba Héctor. Mediante ese contacto, el papá de Héctor le alquiló a mi familia dicha casa. Solo que el alquiler de aquel inmueble fue de ¡200 bolívares! Para aquella época (año 1970) fue una exageración, pienso yo. Esa casa tenía 2 habitaciones, una sala, un baño, un patio, una cocina. Techo de tejas de color rojo, era de bloques frisados. Mi papá en aquel entonces ganaba Bs. 400.

Terminado aquel momento, nos devolvimos atravesando de nuevo el callejón rumbo a la calle principal. Comenzamos a caminar hacia el este, y vimos que venia desde Playa Verde el autobús de la línea. Ese autobús cubría la ruta Playa Verde – Mare Abajo- Punta de Mulatos. Le hicimos señas para que se parara. Era un autobús con “trompa”, de color verde oscuro. Nos montamos y llegamos como en 5 minutos a la entrada. Se pagaba en este tiempo un medio (Bs. 0,25) _hasta la entrada de Mare_ y un real (Bs. 0,50) hasta Punta de Mulatos. Era una época donde todo, aparentemente, era mas barato. Por cierto que una de las casas que formaba parte del callejón que atravesamos hacia la playa, era donde vivía un niño llamado Felipe, el cual fue mi primer amiguito. Había bastantes callejones que daban hacia la playa.

Nosotros vivimos 2 años en ese lugar y, como el alquiler era muy oneroso, mis padres comenzaron a buscar un sitio para fabricar una casa.

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